lunes, 21 de marzo de 2011

Se me cumplió un deseo

Nunca creí en los famosos tres deseos que se piden al soplar las velas de cumpleaños, pero esta vez tengo que admitir que se me cumplió uno. En realidad el único que pude llegar a pedir debido a que mi ansiosa familia no me dio tiempo a nada (así somos). Creciendo, madurando, dejando atrás lo que no sirve, buscando lo bueno en lo nuevo, sintiendo que las puertas se están abriendo, que todo es distinto. Y eso es muy cierto porque no dejo de soñar todas las noches con tu sonrisa, y no lo digo de romántica ni melancólica, es la pura realidad. No hay sueño en que no te aparezcas y sonrías. ¿Será porque te pienso antes de dormir y al despertar me quedo unos instante recordando la imagen congelada? No sé, lo que sé es que me encanta verte una y otra vez ahí, recordarte, pensarte y darle mil vueltas al asunto -como harías vos-. Todavía me cuesta creer el poder que tiene mi imaginación cuando tiene ganas y la capacidad que tenes para inspirarme sin hacer nada, prácticamente sin existir.


Y ahora que me percato de la totalidad de cosas que pretendo hacer este año me empiezo a arrugar de antemano. Pero al mismo tiempo me emociona el vértigo de no tener tiempo para respirar, lograr que cada minuto sea oro, hacer lo imposible y llegar más allá. 
Siempre, siempre se puede dar más. 

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