Recuerdo, que hace un año exactamente mi mente no paraba de imaginar todas las estrategias posibles para hacerte sonreír un rato. Y así, con solo eso a mi favor quizás podía entrar un poquito en tu mundo. Hacerme un lugar, aunque sea el más chiquito. Recreaba en mi cabeza todas las posibles situaciones y escenarios. Me conformaba con tenerte en mis sueños del día.
Ahora, un año después, me encuentro en la misma situación. No cambió el objetivo ni los personajes, solo la posición. Ya no me angustia el hecho de quererte tanto, al contrario, es mi motor para seguir adelante. Al final de cuentas, no estaba tan equivocada...
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