Un beso con mucho ruido, un mate con gusto río, un abrazo inusual y caras de complicidad. Eso mismo ando necesitando, buscando, encontrando y volviendo a buscar una y otra vez en una rutina del deseo que nunca se termina, no quiere desvanecerse.
Pero a la vez, -siempre existe una contradicción a todo pensamiento- la otra cara de la moneda me hizo acordar de esa persona que hace bastante no vaga por mi mente, la que ya no me enrosca y ni me abraza más pero parece que se quiere hacer escuchar y no va a parar hasta conseguirlo.
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